Oye, ¿alguna vez te has sentido como un fraude? Te cuento que yo también he estado ahí, esa sensación de que no mereces lo que has logrado y que en cualquier momento alguien va a descubrir que en realidad no eres tan bueno como aparentas. ¡Bienvenido al club del síndrome del impostor! No te preocupes, vamos a desentrañar juntos cómo manejar esto, como si charláramos en una cafetería.
¿Qué es el síndrome del impostor?
Mira, el síndrome del impostor es esa voz interna que te insiste en que no eres suficiente. ¿Te ha pasado que tras recibir un cumplido, piensas que fue pura suerte y no tu habilidad? A mí me pasa mucho con el trabajo, especialmente cuando elogiaban algo simple que hacía desde casa. Es como si esa pequeña voz dentro de ti susurrara: «No es para tanto». Pero, ¿sabes qué? Esa voz puede ser…
Reconociendo al impostor en ti
La clave para seguir adelante empieza por reconocer a ese impostor. Te cuento algo curioso, una amiga siempre decía «Es solo cuestión de suerte» cada vez que le daban una nueva responsabilidad. Un día le pregunté: ¿En serio piensas eso? Y ahí fue cuando se dio cuenta de cuánto se estaba menospreciando. A veces, hasta las mentes más brillantes dudan de sí mismas.
¿Y cómo lo reconocemos? Aquí te dejo algunas pistas:
- Te cuesta aceptar cumplidos: ¿Prefieres pensar que fue suerte antes de reconocer tu esfuerzo?
- Temes que descubran «la verdad»: Esa ansiedad de ser «expuesto» cuando entregas un proyecto.
- Comparaciones constantes: Siempre hay alguien que parece hacerlo mejor, ¿verdad?
Rompiendo el ciclo del impostor
Bien, ya hemos identificado al impostor, ¿y ahora qué? La verdad, no hay una fórmula mágica, pero hay formas de hacerlo retroceder un poco.
Primero, habla sobre tus sentimientos. Sí, suena simple, pero verbalizar tus miedos con alguien de confianza puede ser increíblemente liberador. Por ejemplo, una vez compartí mis dudas con un colega, y resultó que ¡él sentía lo mismo! No estás solo en esto, créeme.
Después, haz una lista de tus logros y competencias. Mírala cada vez que tengas dudas. Mi propio listado de logros fue mi salvavidas en más de una ocasión. Recuerda que todo eso no lo lograste por casualidad.
Aprendiendo a vivir con el impostor
Tal vez nunca se marche del todo, pero puedes aprender a convivir con él. La aceptación es clave, y con el tiempo, el impostor se convierte en un susurro en vez de en un grito. ¿Sabes qué funciona también? Celebra tus pequeñas victorias. Yo, por ejemplo, me premio con café o un pequeño dulce cada vez que termino un proyecto o recibo un buen comentario. Es importante disfrutar los éxitos, por pequeños que parezcan.
Conclusión: Dale al impostor un asiento (pequeño) en tu mesa
En definitiva, vivir con el síndrome del impostor es desafiante pero no imposible. Como si estuviéramos en un restaurante y le dejaras un asiento, el impostor puede estar ahí, pero no controla la conversación. Permítete sentir, aceptar y comunicar, y vas a ver cómo esa voz pierde fuerza. Y si alguna vez te sientes sobrepasado, recuerda que es parte del camino del crecimiento personal. Ahora, dime, ¿cómo manejas tú el síndrome del impostor?