¿Te has sentido alguna vez como si tu cabeza fuera un carrusel, con pensamientos girando a mil por hora, y solo quisieras detenerlo un momento? Pues mira, no estás solo. A muchos nos pasa. Te cuento que un día, después de una jornada complicada, decidí que tenía que hacer algo diferente. Es ahí donde entró la meditación a mi vida, y la verdad es que me ha ayudado un montón. Si estás pensando en empezar a meditar, aquí te comparto algunos consejos para que puedas hacerlo de forma relajada y sin tanto enredo.
Empieza con lo básico
Para arrancar, no necesitas mucho más que tiempo y un poquito de paciencia. ¿Sabes qué es lo mejor? No requieres de incienso, músicas especiales ni poses complicadas. Lo primero es encontrar un espacio donde te sientas cómodo. Puede ser tu sala, tu cuarto, o incluso el parque si el clima acompaña. Lo importante es que estés a gusto.¡Olvídate de posturas de yoga imposibles! Una silla o sobre una almohada está bien para empezar.
Tómate tu tiempo
Al comenzar, trata de reservar unos cinco minutos de tu día. ¿Suena poco? Puede que sí, pero es lo ideal para habituarte sin presión. Pon un temporizador si necesitas, pero la idea no es estar mirando el reloj. Es solo para que calcules el tiempo más o menos. A medida que te sientas más cómodo, puedes aumentar esos minutos.
Por cierto, ¿te ha pasado que vas a un lugar tranquilo y tu mente comienza a divagar como loca? Bueno, no te preocupes. Eso es completamente normal. Mi mente sigue buscando qué cocinaré mañana o si apagué las luces cuando me siento a meditar. ¡Nos pasa a todos!
La respiración, tu mejor aliada
Mira, uno de los pilares básicos de la meditación es la respiración. Se trata de inhalar y exhalar, sin más complicaciones. Concéntrate en sentir cómo entra el aire por tu nariz, llenando tus pulmones, y luego cómo sale suavemente. ¿Has notado esa sensación?”
Prueba hacer esto: cierra los ojos, toma una respiración profunda, y mientras lo haces, cuenta lentamente hasta cuatro. Después, exhala contando también hasta cuatro. Puedes repetirlo cuantas veces quieras. Al momento, quizás te parezca que no pasa nada, pero dale unos días y vas a ver.
Deja los juicios a un lado
Muchas veces nos juzgamos demasiado. «No estoy respirando bien», «No me puedo concentrar», y un largo etcétera. ¡Relájate! La meditación no se trata de ser perfecto. Claro, al principio puede que te frustres, pero la clave está en aceptar esos pensamientos y dejarlos ir como si fueran nubes. Simplemente observa y regresa a tu respiración.
¿Sabes qué pasa? Todos vamos a distraernos pero lo importante es no engancharse demasiado en esos pensamientos y volver a enfocarse.
Usa herramientas si lo necesitas
Si lo de meditar por tu cuenta no termina de convencerte, existen aplicaciones y videos en línea que pueden guiarte. Hay desde sesiones súper cortas hasta otras más largas para cuando te sientas más confiado. Busca las que se adapten mejor a ti. Te juro que hay muchas opciones allá afuera y son súper útiles.
La práctica hace al maestro
¿Sabes por qué la meditación se vuelve más fácil con el tiempo? Porque poco a poco tu mente aprende a permanecer más quieta por un rato. Es como cualquier otra habilidad: mientras más practiques, mejor te vuelve. No te desesperes si un día sientes que fue imposible concentrarte. La clave está en la constancia.
Reflexiona al terminar
Al concluir cada sesión, tómate un momento para notar cualquier cambio que puedas sentir, ¿quizás estás más relajado o tienes tus pensamientos más ordenados? Eso ya es un gran paso.
Bueno, hasta aquí mis consejos de hoy sobre la meditación para principiantes. ¿Te animas a intentarlo? Espero que estos pasos te sean útiles y recuerda, lo importante es disfrutar el proceso. Nos leemos en otra ocasión, cuídate mucho. 😊