¿Te has sentido alguna vez congelado por el miedo al fracaso? No estás solo. A todos nos pasa, créeme. La idea de no lograr lo que nos proponemos puede hacer que nos quedemos parados como si fuéramos estatuas. Pero te cuento, superar este miedo es posible y, además, es liberador. ¡Y no necesitas ser un superhéroe! Solo se trata de dar pequeños pasos.
Entiende tu miedo
Mira, el miedo al fracaso es como ese monstruo debajo de la cama que, cuando éramos niños, nos hacía tiritar. La mayoría de las veces, no es tan malo como creemos. ¿Sabes por qué? Porque muchas veces ese miedo se basa en nuestras suposiciones exageradas. Te lo digo como alguien que solía evitar intentarlo por miedo a no dar la talla. La clave está en mirar de frente al miedo y decirle: «¡Ya no me asustas!». Por cierto, ¿has pensado alguna vez en qué es lo peor que podría pasar?
Acepta el fracaso como un paso necesario
¿Sabes qué pasa cuando aceptas que el fracaso es parte del proceso? Te liberas de una gran carga. Piensa en Thomas Edison, que falló miles de veces antes de dar con la bombilla. ¡Miles de veces! Y aquí nos ilumina cada noche. El fracaso no significa el fin, sino una oportunidad para aprender. Así que la próxima vez que algo no salga bien, intenta ver el lado positivo. Cada pasito cuenta. Vas a ver.
Rodéate de gente que te apoye
Por experiencia, te puedo decir que tener a alguien que nos diga «¡Tú puedes!» hace una gran diferencia. Llámalo tu equipo de cheerleaders, si quieres. Involucra a tus amigos, familiares o colegas que crean en ti. ¿Te ha pasado alguna vez que una charla casual con alguien cercano te levanta el ánimo? Las palabras de aliento son mágicas.
Planifica, pero sé flexible
La planificación es clave, claro. Pero no la sobrevalores al punto de sentirte atrapado cuando las cosas no van como esperabas. Te cuento algo, a veces la mejor estrategia es adaptarse y fluir con lo que venga. En mi caso, irme un poco al sur de mis planes ha terminado en experiencias inesperadas y fantásticas. Planifica, sí, pero deja un espacio para la sorpresa.
Lánzate y toma acción
Ahora, ya hemos hablado mucho de pensar y aceptar, ¿verdad? Pero hay un momento en el que simplemente tienes que lanzarte. Como cuando te paras al borde de una piscina, y no queda más que saltar. Respirar hondo y hacerlo. Empieza con algo pequeño, lo que sea. La acción siempre vence al miedo.
Analiza y ajusta tus expectativas
Mira, cuando enfrentamos el miedo al fracaso, es esencial revisar si nuestras expectativas son realistas. A veces nos ponemos metas tan altas que los nervios nos vencen antes de empezar. Así que, la próxima vez, pregúntate: «¿Estoy siendo justo conmigo mismo?». Ajusta tus expectativas, dales un toque de realidad y te sentirás más motivado.
Reflexiona y sigue adelante
Ahora viene la parte donde todo se calma y piensas en lo que has logrado, en lo que todavía quieres lograr. Te invito a que reflexiones sobre lo que aprendiste del proceso y cómo te ayudó a crecer. No importa cuántas veces caigas; lo que importa es cuántas veces te levantas. Sigue aprendiendo, sigue creciendo. El miedo puede ser grande, pero nunca tan grande como tus ganas de seguir adelante. Adelante.